Erase una vez un grupo de mujeres y lesbianas que vivían en El Salvador. Este grupo de mujeres, hace más de dos años, se encontraron por el camino, en plena luna llena, a La Siguanaba. Ese encuentro les marcaría la vida para siempre.
Efectivamente ese día les cambio la mirada. Ya nada volvió a tener el mismo color. La realidad cambió porque ellas decidieron ya no ser las mismas. Mudaron de piel. Y es precisamente en esa ansia de poder expresar a qué olía ese nuevo mundo, que decidieron un día meter sus naricitas en las ondas libres de la cibernética. Naricitas grandes, pequeñas, angostas, respingonas, redondas y hasta cuadradas. Y en esa incursión a ese mundo desconocido aprendieron a dejar de tener miedo a controlar su propia vida. En definitiva aprendieron a ser cada día más locas, más atrevidas y rebeldes, es decir a ser unas Inconvenientes, para aquellas y aquellos que tienen miedo al cambio.
Efectivamente ese día les cambio la mirada. Ya nada volvió a tener el mismo color. La realidad cambió porque ellas decidieron ya no ser las mismas. Mudaron de piel. Y es precisamente en esa ansia de poder expresar a qué olía ese nuevo mundo, que decidieron un día meter sus naricitas en las ondas libres de la cibernética. Naricitas grandes, pequeñas, angostas, respingonas, redondas y hasta cuadradas. Y en esa incursión a ese mundo desconocido aprendieron a dejar de tener miedo a controlar su propia vida. En definitiva aprendieron a ser cada día más locas, más atrevidas y rebeldes, es decir a ser unas Inconvenientes, para aquellas y aquellos que tienen miedo al cambio.
Aunque no se sabe si es un mito o parte de una leyenda, lo cierto es que las malas lenguas dicen que cada vez que se reúnen se escucha un eco de placer que rebota por las ondas sonoras de Internet. En especial dicen que si una se acerca a las paredes húmedas de la cueva de la Red de Nosotras en el Mundo, todos los sábado a las 9 de la mañana, puede escuchar todavía el rastro de sus palabras alzar el vuelo. Grafías sonoras en búsqueda de nuevos tímpanos juguetones que quieran escuchar el cosquilleo de sus pensamientos. Aunque como toda bruja, mediante conjuros, pócimas y rituales varios, han logrado que su eco llegue hasta estas páginas grabadas a fuerza del calor de la erótica de su poder. Cada vez que se reúnen, mientras bailan, cantan con o sin karaoke, comen todo tipo de ingredientes secretos y injieren bebidas que les permite hacer viajes astrales, cambian sus estados de conciencia mientras pierden su miedo a ser ellas mismas.
Las Inconvenientes